Esta familia de banqueros constituyó un verdadero símbolo del poder capitalista en el siglo XIX, al punto que sus miembros sirvieron de modelo a numerosos novelistas y se convirtieron fácilmente en chivos expiatorios tanto rara los anticapitalistas como para los antisemitas. Se puede decir que ante todo, los Rothschild constituyen un ejemplo de tenacidad, una dinastía en la que los rasgos de persistencia y absoluta concentración han ido transmitiéndose de una generación extraordinaria a la siguiente.
Sus orígenes, como familia emprendedora, se remontan a mediados del siglo xviii, y empezaron desde lo más bajo hasta llegar a crear un verdadero imperio multinacional. Y a pesar de su gran éxito en todas sus actividades, desde la banca hasta la viticultura, los Rothschild han permanecido concentrados en sus intereses y, a diferencia de otras famosas dinastías como los Baring, no se han apartado de los negocios familiares, dejándose llevar por los caprichos que permiten las grandes fortunas. Pocas familias han demostrado un sentido del deber y la responsabilidad con tanta firmeza, y las recompensas que han obtenido a lo largo de las sucesivas generaciones son evidentes.
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